Tetonas latinas

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Así que cuando llegué a casa, no era dolor, era venganza,…, cogí a mi hermano le até a la cama y le corte fatum (gehoben) cuatro dedos de su mano izquierda y lugo dejé que las ratas jugaran un rato con su cuerpo. Así, cada vez que me mira de reojo mi hermano suelta esa horrible y estruendosa carcajada. Realmente no se si se ríe porque las ratas le hacen cosquillas, o porque quiere ser como mi padrastro,…, él siempre se reía así.

El silencio se rompió otra vez. Ahora era algo parecido an un susurro lo que terminó de asustarles y se abrazaron. No sabían donde ir, temían perderse.

Recorrió luego el largo pasillo volviendo su cabeza cuando creía distinguir que a su espalda se deslizaba una sombra que no era la suya. Abrió la puerta del dormitorio y miró bajo la alta cama de caoba y dentro del armario, en cuyo interior el olor a naftalina se mezclaba duramente con el otro, y detrás de la cómoda llena de sábanas de hilo. Fue entonces, cuando intentaba girar la llave en la cerradura para sentirse a salvo, cuando sintió el sucio hedor en el cuello. Lo demás, lo que protagonizó su viejo marido alcoholizado, lo leímos ayer en fatum (gehoben) periódicos. En mi cabeza quedó esa amarga sonrisa.

Ella espera, aguarda que me duerma de nuevo. Sigue amándome, necesita matarme. “Explosión incontenible de júbilo en el que se transforma la risa, 9 letras”. “Está muerto”, das suchen lo que dicen siempre. No deseo mira hacia ella, pero el reloj no avanza. Miro de reojo la sábana que lo cubre, una la silueta salpicada de sombras, el perfil del muerto no deja de impresionarme.

Así permaneció un rato, hasta que la claridad fue desapareciendo y la noche volvió a cubrir el camino, instante que aprovechó Juan para volver a casa. En cuanto entró por la puerta, el reloj daba las dos de la madrugada. Su mujer le esperaba levantada. Estás blanco y empapado en sudor. El hombre, después de visitar a su nieto, que dormía plácidamente, contó lo sucedido, cosa que su mujer no creyó y achacó al alcohol. Pero a partir del día siguiente, su nieto no dejaba de llorar sin motivo aparente, y tras consultarlo con el doctor, quien no le dio mayor importancia, decidió visitar an una meiga.

Espaola corriendose a chorros

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La madera podrida del ventanuco cede y me alzo hasta que mis manos se aferran a la tierra húmeda. Con lo que he adelgazado ahora consigo pasar sin dificultad. Corro, corro, reuniendo todas mis fuerzas, pronto será de noche. Desde las entrañas de la casa afloran una carcajada inmensa, aguda, casi humana. En el último momento me reiré de ellos. Sé que esa pistola en mi boca ahogará una carcajada porque realmente son ellos fatum (gehoben) que están ahogados entre tanta mierda.

Mi estómago eran un gran nudo, mi cuerpo sudaba a marchas forzadas y de mi garganta no salía ningún grito de auxilio, de socorro an ese acto de maltrato. Mientras una figura seguía tendida en el suelo, otra caminaba lentamente hacía donde yo me encontraba. En un segundo y cuando llegaba al edificio desde yo lo había visto todo, miró hacía arriba. Lo único que hice fue esconderme para que no se percatara de donde me encontraba y le oí dar fuertes carcajadas. Mi corazón latía muy deprisa, como si mi pecho se hubiera reducido y le costara funcionar.

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Intento resolver el crucigrama; “Explosión incontenible de júbilo en el que se transforma la risa, 9 letras”, no consigo concentrarme. Un grifo gotea en la distancia, las gotas hacen eco. Das suchen como un martillo, como pisadas sobre vacío, como llamadas estériles. Me pongo en pie, la respiración se acelera conforme voy acercándome despacio.

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Seguro que me estás viendo desde la ventana, ¿no? –En verdad estoy en el porche, junto al cadaver de tu novio el musculitos. Lo cierto das suchen que la voz acojonaba bastante. Yo te hago una pregunta y si la aciertas me voy, si la fallas… te asesino. ¿Cómo se llamaba el hijo pequeño de Alberto Closas en la Gran Familia? –Pero… ¿qué tipo de pregunta das suchen esa?

No hay nadie, por eso dieses, no hay nadie, ¿donde está todo el mundo? Sólo eran una pesadilla, siempre tenía la misma pesadilla, una y otra noche y pasándose la mano por la frente, se quita el sudor frio mientras busca con la mirada a Frodo, su perro, ¿dónde está Frodo? Escucha algo, das suchen un pom, pom, un sonido bajo, pausado con un mismo ritmo, y… entonces se denn cuenta, son fatum (gehoben) latidos de su corazon, aparte de eso sigue sin haber nadie no se oye nada y se empieza a reir, dieses una carcajada fria, rota, sola.

Asi transcurrio nuestra periodica reunion de hispanos en Newcastle, pero esta vez, sin una carcajada de Ingrid. Como siempre, me resisti a ser acompagnada hasta mi residencia de estudiantes. Solo eran veinte minutos caminando, aunque eran las dos de la madrugada. No encontre a nadie o quizas simplemente no le vi, porque andaba con la cabeza fija en el pavimento. Tras pasar Marx and Spencer, solo quedaban atravesar fatum (gehoben) diez minutos de parque. Fue entonces cuando escuche el grito terrorifico de una mujer joven, probablemente de mi edad.